Revertir la desertificación es el desafío más grande que enfrenta la actividad ganadera Patagónica. Si bien es cierto que existen otros problemas que afectan la viabilidad de los productores, este es el problema de fondo porque abarca la totalidad del territorio y consume el recurso sobre el que se basa la ganadería. Sin pasto no hay ovejas. De no resolver este, todos los otros se vuelven irrelevantes. Es un problema del que se habla poco y consecuentemente se actúa menos. Cuando uno mira lo que se dice en las redes, en las exposiciones rurales, en las conversaciones cotidianas, se escucha hablar de guanacos, predadores, sequía, falta de gente, precios de productos, tipo de cambio, etc. .

La desertificación no aparece en el mapa de problemas a resolver. Para colmo, la desertificación es un proceso lento, una muerte por goteo, tan lento que el ojo y el corazón se acostumbran a la pobreza infligida a los paisajes. Nos acostumbramos a la miseria. El problema es que el goteo ya lleva más de un siglo, y los campos que siguen en producción son cada vez más pobres. Los que cayeron por debajo de un umbral de sobrevivencia están cerrados (aproximadamente un 30%). Hemos naturalizado que los campos dejen de ser rentables y que las familias busquen otro rumbo y dejen vacío el territorio donde crecieron y soñaron varias generaciones.

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Entendiendo la desertificación

Para poder conocer la desertificación hay que entender qué es el sobrepastoreo. Durante décadas creímos erróneamente que el sobrepastoreo sucedía cuando teníamos muchos animales en un campo, o cuando comíamos por debajo de una altura límite. Nos pasamos décadas recomendando descargar los campos creyendo que reducir la cantidad de ovejas solucionaba el problema. Tiempo más tarde, comprobamos que solamente lográbamos reducir la velocidad del proceso y que salvo en lugares relativamente húmedos y con cargas muy bajas, la amplia mayoría de los campos no mejoraba o directamente empeoraba, y que cada reducción de carga era una caída paulatina de los ingresos del productor.

André Voisin aportó una definición  distinta del sobrepastoreo. Él descubrió que esto sucede cuando una planta es consumida antes de que se haya recuperado del pastoreo anterior. El factor clave es el tiempo entre pastoreos sucesivos. En la Patagonia las plantas necesitan muchos meses para recuperarse después de ser comidas. En pastoreo continuo, sea año redondo o invernada-veranada, siempre se genera  sobrepastoreo porque los animales tienen  la chance de volver a comer una planta que está rebrotando.  Y si  esto sucede por años, esas plantas  se debilitan, crecen poco y tienen raíces someras. En una sequía,  eventualmente mueren. Ajustar la carga solamente cambia la proporción de plantas sobrepastoreadas: mientras que con cargas altas se afectan todas las plantas, con cargas bajas solo se afectan algunas. Pero estas se siguen debilitando y muriendo. Esto genera espacios vacíos que en algunos casos son aprovechados por especies poco palatables o en otros queda el suelo descubierto y el viento o el agua se lo llevan. 

Poa ligularis sobrepastoreada (izquierda) y muerta por agotamiento (derecha). Así se pierden las especies forrajeras y se descubre el suelo.

También hay sobrepastoreo cuando una población de guanacos se vuelve estacionaria ante la falta de suficientes predadores. En la naturaleza los predadores cumplen dos roles ecológicos esenciales: a) mantener a la población de herbívoros bajo control b) afectar su comportamiento, haciendo que se mantengan agrupados y en movimiento. Los guanacos protegidos, sin predadores, causan el mismo impacto negativo que las ovejas cuando se quedan estáticos en pequeños territorios. Existen evidencias de campos donde no hay ovinos desde los años 90 y son pastoreados permanentemente por guanacos que presentan todos los síntomas del sobrepastoreo. Un estudio recientemente publicado por el INTA Santa Cruz encontró que los pastizales del Parque Nacional Monte León no están en mejores condiciones que los pastoreados en forma continua por ovinos en campos vecinos.

Pastizal en San Julián: sin ovinos desde los años 90, sobrepastoreado por guanacos
Guanacos en Rio Santa Cruz
Guanacos en costa del Río Santa Cruz: pastizal sin ovinos desde los años 90.

Para entender la desertificación también hay que revisar el efecto del exceso de descanso. (sobre descanso). Los pastos y los suelos evolucionaron junto con los herbívoros y predadores durante milenios. Los herbívoros son un componente esencial del diseño natural. Su rol es remover el pasto viejo y asegurar que funcione “la bomba de carbono”. Es el pastoreo intermitente el que permite capturar energía solar, retener el agua de lluvia, reciclar los nutrientes y el carbono y mantener una alta biodiversidad.

Si las plantas acumulan hojas y estas no se consumen, el material envejece y se oxida (color gris o negro) y la planta no tiene la luz suficiente como para crecer en la siguiente temporada. El centro de la planta muere. Consistentemente, todos los lugares donde se clausuró el acceso del ganado hace varias décadas en la Patagonia presentan un panorama desolador. Nada que podamos llamar una mejora. No es sacando al ganado doméstico como se pueden recuperar o regenerar los pastizales. Dado que el ganado doméstico es el único que podemos manejar y planificar, es imposible imaginar la regeneración de los pastizales prescindiendo de ellos.

Desertificacion en el Sudoeste de Chubut
Clausura realizada por el CONICET en el sudoeste de Chubut hace más de 30 años. Pocas especies de plantas resisten la ausencia del pastoreo.

Desde la década del 90 se intentó detener la decadencia del sector ovino con políticas oficiales: Créditos de Reconversión Ovina, el Programa Prodesar (con INTA-GTZ) y finalmente la Ley Ovina durante más de dos décadas. Si el objetivo era recuperar el sector, la realidad indica que no se logró. El sector  siguió declinando como si estos esfuerzos nunca hubieran existido. A la luz  del análisis anterior, esto no es ninguna  sorpresa. 

Ninguno de estos programas corrigió la causa profunda del problema: el pastoreo continuo. Los fondos se utilizaron para atender los síntomas de un sistema inviable, o para atender problemas secundarios mientras que el principal estaba fuera de foco.

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Hay soluciones que permiten tener esperanzas

Si bien el panorama anterior es desolador, es importante saber que desde la Patagonia un grupo de profesionales y productores trabajando en una red de colaboración como Ovis 21, desarrolló un modelo de ganadería regenerativa capaz de resolver estos problemas y brindar un panorama optimista.

Lo primero: cambiar la manera de pastorear.

Se necesita intercalar eventos de pastoreo moderado con descansos largos, imitando el comportamiento de las antiguas manadas en presencia de predadores. Esto es lo que hacemos con el Manejo Holístico desde el año 2008. Planificamos el uso y el descanso de los potreros con una metodología sencilla y replicable. Los resultados fueron consistentes y esperanzadores. Es  posible recuperar el campo, repoblar  el suelo desnudo, recuperar el vigor de las plantas forrajeras, reclutar plantas de especies que creíamos extintas, resistir mucho mejor las sequías y sostener cargas mas altas. Y además  de  esto, aumentar la biodiversidad, la infiltración de agua y secuestrar carbono, tres servicios ambientales que son vitales para  la  Humanidad.

Lo segundo: mejorar la productividad de las majadas.

Para ello existen nuevos conocimientos que permiten que cada oveja que pisa el campo genere el mayor  ingreso posible en cada temporada. Para ello se utiliza  genética de avanzada para producir más carne y lana fina, criterios de manejo nutricional por objetivos de  condición corporal, el protocolo RWS de  bienestar animal,  el manejo de las  poblaciones de guanaco, la mejora de la  infraestructura de agua y alambres, el uso de perros guardianes, la inclusión de bovinos (pastoreo mixto) , y otras más, que se integran al modelo a través de procesos de planificación y prácticas a campo.La clasificación de hacienda y la clasificación avanzada de lanas integran la nueva propuesta. La combinación  de  estas prácticas permite mejorar los resultados económicos, aumentando la  producción sin aumentar significativamente los costos. 

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La regeneración se puede medir

La regeneración ambiental se puede medir. Ovis 21 desarrolló el Estándar GRASS, que fue el primero en su tipo en todo el mundo. Le pone números objetivos al proceso regenerativo. No es regenerativo el que declama esa condición, lo es el que exhibe un funcionamiento mejorado de los procesos ecosistémicos. En la Base de datos GRASS hay evidencias de regeneración de más de 500 mil hectáreas, que muestran que es posible ver respuestas positivas en los campos en tiempos relativamente cortos (3-5 años).

El monitoreo GRASS  permite ajustar las cargas y  conocer anualmente la marcha del Indice de Salud Ecosistémica (ISE). Esto permite tomar mejores decisiones de pastoreo. Además se cuantifican servicios ambientales  que  pueden  ser monetizados, como carbono en suelo, biodiversidad e infiltración de agua.

La certificación GRASS permite diferenciar productos en el mercado. Las lanas regenerativas Ovis 21 se exportan con valor agregado ambiental desde 2012.  También permite participar  en POA, un programa de carbono recientemente validado para  la  Patagonia.

Las decisiones de manejo definen como se ven los pastizales. En este caso: en la costa de Chubut zona Camarones, los dos extremos.

Pastizal sano con cobertura de pastos perennes
Arriba un pastizal sano, con cobertura de pastos perennes.
Pastizal que presenta suelo desnudo y muy pocas especies de pastos.
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El Programa POA

El Programa POA fue desarrollado Ruuts y Ovis 21 en alianza con Native. Eco, una empresa de Estados Unidos con más de 20 años  de experiencia en mercados de carbono. El objetivo es promover la adopción de la ganadería regenerativa mediante la generación de  un canal para que los productores se conviertan  en proveedores de servicios ambientales y puedan ser recompensados por sus aportes a la mitigación del cambio climático y la degradación ambiental.

El Programa POA fue registrado recientemente por Verra, la principal certificadora de créditos de carbono en el Mercado Voluntario, bajo la metodología VM 026. Esto fue la  conclusión de tres años de auditorías, presentaciones y un largo y riguroso escrutinio. POA apunta  a generar créditos de carbono de la máxima calidad (definida por la  calidad y certidumbre de los datos que los originan), y por lo tanto  aspira a lograr los mejores precios posibles en cada  momento.  El valor actual de mercado de los créditos por remoción  de carbono de alta calidad, oscilan entre 20 y 30 dólares la tonelada de CO2 equivalente (la unidad de mercado).

El principal compromiso del productor para participar del Programa es la práctica del manejo holístico y el monitoreo ambiental usando el Protocolo GRASS . Los productores acceden mediante un contrato de largo plazo (40 años) que garantiza la permanencia de los cambios de manejo que originan los créditos de carbono.

El Programa POA dispone de herramientas que permiten reducir las barreras de adopción de la ganadería regenerativa. Cubre los costos de asistencia técnica y monitoreo. Los Nodos Simbiosis, Trono de Nubes y Santa Cruz acompañan la transición del productor mediante servicios profesionales con aseguramiento de calidad. El contrato POA permite acceder a fondos Help Build, que se originan por la venta anticipada de créditos de carbono. Estos fondos financian el desarrollo de la infraestructura de agua y alambrados para optimizar el manejo regenerativo. Este mecanismo permite remover una barrera frecuente en los campos patagónicos: provisión de agua deficiente y pocas divisiones.

La gran oportunidad de atender el desafío urgente.

El programa POA se enfoca en el problema de fondo de la ganadería patagónica.
Los fondos solamente pueden aplicarse a la capacitación de los productores y su equipo, a mejorar la infraestructura y aplicar un manejo que ha demostrado ser capaz de revertir la desertificación.

Los productores que participan son más rentables, están mejor preparados para un contexto de sequía, y están  mejor posicionados  para los tiempos que vienen.  

El impacto de POA sería aún mayor si se combinara con  políticas públicas de las Provincias y la Nación, generando un círculo virtuoso entre el sector público y privado, un clima de sinergia y colaboración. Por ejemplo, programas de  manejo sustentable de la fauna , mejoras de la productividad ovina  o mejoras de la calidad de vida (comunicaciones, viviendas, accesos).

El desafío es tan grande que es necesario sumar todos los recursos e instituciones disponibles y sostener el esfuerzo durante el tiempo que sea necesario. Somos optimistas con respecto al futuro de la ganadería patagónica,pero este  no  vendrá de regalo, ni podrá suceder haciendo lo mismo de siempre.  Tenemos una gran oportunidad, tenemos los recursos, lo que no nos sobra es tiempo. 

Por Pablo Borrelli, Co-founder de Ovis 21. Líder del Hub argentino de Savory. 
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